Pasamos toda una vida en busca de esa tan anhelada paz o esa
sensación de tranquilidad llena de gozo
y estabilidad, sin medir mucho la relevancia de la “estabilidad” como un
diagnóstico de equilibrio mesurado, donde convive el menos y el más sin emoción
y es así como se nos va la vida, entre
carencias espirituales y afectivas por un insaciable requerimiento de
esa vana y vacía paz.
Creemos conocer de la paz cuando tenemos dinero, dándole un
lugar de idolatría a los medios por la cual nos llega, el trabajo, la familia y
demás, desconociendo que el dinero no es más que otro medio, medio para
subsistir en el mundo material; ahora pregúntate cuanto sobrevives a una vida
apartada del alma y el espíritu?
Es este el caso de las grandes mentes y cuerpos de la historia
del mundo, llenos de logros personales, guiados por pasiones y admirados por la
sociedad, quienes recorren toda una vida con éxito, una colección de bienes y
una billetera del tamaño del mar, llegando al final de sus vidas como
guerreros, vencedores de obstáculos y
pruebas vivientes de superación, toda una vida llena de logros, en definitiva una
vida desperdiciada en probarle a la sociedad que valían y representaban, y
terminaron valiendo lo que la sociedad
les dio, por lo que tenían e hicieron y nunca por quienes eran. Steve Jobs,
Alfred Nobel, y otras grandes personalidades retribuyeron un poco de su éxito,
pero en confesión compartieron su
soledad y vacío, su fracaso persiguiendo una vida perfecta y llena de felicidad
convirtiéndola en materialismo y
vanidad. Es hora de escuchar, escuchar algo más que a los demás.
Las características de una persona carente o a quien se le impide tener PAZ, son:
- - La lengua: nuestras palabras, dan un ambiente
que no entendemos o reconocemos, hablando al azar y juzgando.
- - No apartarnos del mal: somos unos en la
intimidad, sinceros y sin pretensiones, la luz,
y en sociedad somos lo que otros quieren o creemos nos hará progresar.
- - Egoísmo: mentes cerradas y cauterizadas ante las
situaciones que nos rodean pero creemos no nos tocan.
El ser humano es gobernado por muchos factores, ha tomado
esta determinación en su libre albedrio, inconscientemente decidió el camino difícil e infeliz, personalmente
pienso que es la razón de que la vida de un anciano sea pacifica o de que los
templos, iglesias o recintos espirituales estén llenos de adultos mayores, que
se pasan toda la vida persiguiendo lo que les han dicho es la felicidad y así
tener paz, para llegar al final del camino frustrados a rendirse y entregarse a
la vida, así teniendo milagrosamente esa tan anhelada paz.
Es hora de meditar y
desechar todo aquello que nos impide tener paz, las bendiciones no traen
tristeza, sino felicidad con esfuerzo pero no con agobio, así que antes de
tener que restaurar y sanar más cicatrices en nuestros corazones y vidas,
hagamos un alto y llenémonos de bien en
nuestro pensar y actuar.